Francisco Mira Botella, Aspe 1863-Hondon de las Nieves 1944

Francisco Mira y Botella, fue Ingeniero Inspector General de Montes de gran prestigio a nivel nacional, condecorado con la Orden Civil del Merito Agricola, nació en Aspe (Alicante) el 15 de octubre de 1863 a la una de la madrugada -su fecha de nacimiento ha creado ciertas dudas, dudas que ya se han disipado al encontrarse su certificado de nacimiento, en el registro del Ayuntamiento de Aspe- , fue hijo de legitimo matrimonio de Francisco Mira Perez natural de Hondón de las Nieves (Alicante)y de María Botella Cerdán natural de Aspe, y fue nieto de Francisco Mira y Eulalia Perez de Monovar (Alicante)y de Antonio Botella y Francisca Cerdan de Aspe. Se tiene constancia que falleció en Hondón de las Nieves en el año 1944. Este Ingeniero dirigió, entre otras, en 1896 las tareas de repoblación forestal de la Pinada de Guardamar del Segura y en 1912 la repoblación del Monte Benacantil en la ciudad de Alicante.

El reconocimiento al trabajo de Don Francisco Mira Botella ha sido patente pues tanto el municipio de Alicante como de Guardamar del Segura lo ha designado hijo adoptivo de sus respectivas localidades, incluso la localidad de Hondon de las Nieves, donde murió, le dedico una calle.

EN GUARDAMAR DEL SEGURA

Fue en Guardamar del Segura donde adquirió su trabajo el grado de milagro pues tras ser designado encargado de llevar a cabo la fijación dunar de Guardamar, consiguió detener las gigantescas moles de arena que amenazaban dicha localidad, hundiendo sus casas y sepultando algunas de sus calles más cercanas a la línea de costa.

La Naturaleza ya había golpeado con furia al entonces pequeño pueblo de Guardamar con el terrible terremoto de 1830 y repitió de nuevo su cara más cruel con los fuertes vientos de levante que empujaron hacia las casas enormes montañas de arena, que enterraron zonas de cultivo y calles de la zona norte de la población.

En la primavera de 1896, se llegó a la conclusión que la única forma de solucionar el problema era reforestando aquellas montañas de arena. La dirección de los trabajos corrió a cargo el Ingeniero de Montes, D. Francisco Mira y Botella, y la supervisión del ingeniero murciano D. Ricardo Codorníu y Starico. Los trabajos (en los que participó la mayoría del pueblo) duraron dos décadas y costaron más de 600.000. pesetas. Se plantaron especies adaptadas a la arena, como el pino, eucalipto o palmera.

Aunque de apariencia fosilizada, las montañas de arena avanzaban implacables alrededor de diez metros al año, arrastradas por los fuertes vientos de Levante.

D. Francisco, que dedicó 28 años de su vida a ese proyecto, detuvo en la playa toda la arena que arrojaba el mar y fijó la extensión de dunas evitando de esta forma que siguiera invadiendo el pueblo. Para ello, construyó una empalizada de Ágraves americanos y repobló una extensión de 700 hectáreas con 600.000 pinos, 40.000 palmeras y 5.000 eucaliptos. Del mismo modo, se construyeron ocho mil metros de caminos, catorce mil metros de contra-dunas, 3 viveros, 3 casas forestales y decenas de almacenes.

Cuando concluyó su trabajo, D. Francisco redactó: “Con estos trabajos queda detenida en la playa toda la arena que el mar arroja. La fijación de las dunas es tan completa, que aún en los días de levante fuerte, se cruza por ella sin que se note el movimiento de las arenas. Hemos evitado que el pueblo de Guardamar de 3.000 habitantes, desaparezca sepultado junto con los terrenos de su fértil huerta.”

Hoy en dia Guardamar sigue recordando la figura de este ilustre aspense, no solo mediante la creación de un museo en la casa que habitó y que lleva su nombre (Casa-Museo Francisco Mira -ver imagen-), sino que el municipio se encuentra plagado de referencias a este ingeniero de montes en forma de nombre de plazas, estaduas, bustos o azulejos que rememoran el resultado epico conseguido por este hombre.

EN ALICANTE

Durante el primer cuarto del siglo XVIII, la parte de la ciudad de Alicante recayente al mar, arrabal o Postiguet, estaba huérfana de plantaciones aún a pesar de que el 9 de septiembre de 1913, en “El Luchador” llegara a escribirse que: “el Benacantil será como el Tibidabo o el monte de los Mártires parisino”.

No es hasta el año 1911 cuando mediante Real Orden del Ministerio de la Guerra se “autoriza la repoblación forestal en las laderas del castillo” trabajos que recayeron en Francisco Mira i Botella.
D. Francisco fue el responsable en 1912 de la reforestación completa del Monte Benacantil, otorgando a la ciudad un “pulmón verde sanitario” y una zona de ocio y disfrute similar a la llevada a cabo en otros lugares del mundo. Para ello, construyó enormes abancalamientos en los que plantaría miles de ejemplares de pino carrasco y otras especies arbóreas autóctonas. Años más tarde, su compañero y amigo, D. Antonio Rico Cabot, emularía el trabajo del ingeniero al reforestar el Tossal, cerro en el que se asienta el Castillo de San Fernando.

En el año 1923, el Pleno del Ayuntamiento de Alicante otorgó a D. Francisco Mira Botella el título de “Hijo Adoptivo de la Ciudad”, la Medalla de Plata de Alicante y rotuló una calle anexa al Benacantil con su nombre. Por desgracia, dicha calle está hoy desaparecida, al quedar sepultada tras la prolongación de la Avenida Jaime II.

D. Francisco murió en la localidad de Hondón de las Nieves en el año 1944 y en su pueblo natal, Aspe, se ha olvidado de la figura y el trabajo de uno de los hombres más destacados del siglo XIX y XX español. El Ayuntamiento de la capital, otorgaría en 1925 el título de Hijo Adoptivo de Alicante, medalla de plata de la ciudad en reconocimiento a su trabajo, y le dedicó recientemente una placa en el parque de la Tuna en pleno corazon del monte Benacantil.